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MIRADAS. Che, el hombre tras el fusil y los libros

Un texto reflexivo sobre la figura el Soldado de América que busca contrarrestar el facilismo y la hipocresía con que se usa y se exhibe la imagen del Che.

Por Claudio Roberto Bevilacqua.

Hoy al cumplirse un nuevo aniversario de su caída en combate, coviene regresar -ahora y siempre- a hombre y la figura histórica de Ernesto Che Guevara.

Si acaso usted siente al verlo, algún tipo de admiración o respeto, si acaso al ver su imagen lo siente como a un paladín capaz de rebelarse a viva voz en cuerpo y alma ante cualquier injusticia cometida en cualquier parte del mundo.
Si cree que su legado merece ser tomado como ejemplo para llevarlo a cabo, no se confunda y piense que quizá su destino podría haber sido otro…
Podría por ejemplo, no haber salido nunca de su país de origen -más que por algún que otro viaje de placer- y ser un médico con alguna especialidad la cual le permitiera vivir dignamente… pero no fue así.


Quizá después de haber recorrido latinoamérica, ver las tropelías desatadas por un sistema perverso, conmoverse y llevar adelante esa locura de ser parte de una revolución y un vez lograda, quizá podría haberse quedado cómodamente, disfrutando de algunos de los cargos políticos que desempeñó… pero no, tampoco se conformó con eso.
También podría haberse quedado viendo como pasa el tiempo, jugando con sus hijas, hijos, nietos, nietas, contarles anécdotas y proezas mientras se fumaba un puro… pero no, así tampoco fue.
Y si eso no le parece suficiente, a pesar de haber sido Presidente del Banco Nacional. Director de industrialización del Instituto Nacional De Reforma Agraria. Ministro de industria y diplomático de Cuba, sólo cobraba el sueldo del primer cargo que obtuvo que fue el de Comandante, el cual no le permitía llegar a fin de mes, toda una muestra de esa tremenda convicción de decir lo que pensaba y hacer lo que decía, aunque esto no fuera moda.
Por todo esto le pido que no se confunda, en estos momentos, yo podría citar muchísimos más ejemplos para encumbrarlo, pero prefiero dejar esa tarea para usted por dos razones: Una, porque si no esto en vez de ser un pensamiento sentimental debería ser un libro, la otra, para que se de cuenta que no cualquiera puede compartir una foto junto a él.
Le vuelvo a pedir por favor que no se confunda, el se llamaba Ernesto y su figura no es comparable con ningún/na político/ca seudo progresista de la región ni del mundo, los cuales han repartido migajas, pero por el contrario han dejado patrimonios imposibles de justificar por sus herederos y testaferros.
Piense que hasta el defensor más acérrimo del capitalismo imperialista -más allá de preferirlo muerto- se pondría de pie ante su paso.
Piense que hay millones de niños que viven en la calle y que esperan un aula que los despierte y los contenga, un techo que los cobije, un médico/ca que los sane y un plato de comida que los sacie.
Piense que hay un vergel que recuperar, pero por sobre todas las cosas piense que si usted se anima a llevarlo en una remera, en un tatuaje o levanta su imagen como muestra de rebelión, ¡No levante cualquier bandera al lado de la del Che! Tome su palabra y su fusil y salga a derrotar al capitalismo en todo lugar, a cada hora y en cada minuto hasta el final como él lo hizo.

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