Las bombas israelíes fueron el final de años de seguimientos y espionaje que culminó en la muerte de toda una familia iranía y de muchos otros horrores que un sionismo genocida tiene en su agenda.
Por Gustavo Zapata
Secretario General CTA. M.H.I.
Una vez fui joven y buscaba canciones que le dieran sonido y forma a lo que sentía. Un poco menos zurdo que ahora (nos calificaría el comediante presidencial) hallé una de Daniel Viglietti sobre un niño poeta vietnamita, cuyo cuaderno quedó tirado tras un bombardeo norteamericano.
Dinh-Hung, Juglar se llama y su musicalidad muestra como la guitarra puede doler y a la vez, ponerte en alerta. Hoy bien podría llamarse Hassan o Karim, entre las ruinas de sus casas en Gaza. O Matías, o Kevin sobre una tumbra fresca del conurbano bonaerense.
En estos días estamos viendo en directo cómo mataron en su casa a 8 científicos iraníes que trabajaban por su pueblo y patria. Pero no sólo eso, es decir, personas que pasaron décadas estudiando y trabajando para hacer más fuerte y grande a su país con el conocimiento y la tecnología. Un camino deseable por cualquier conciencia sana y honesta: prepararse y ejercer algo útil a tu gente.
Le pongo nombre: Seyyed Mostafa Sadati-Armaki, un científico nuclear de la ciudad de Kashan, fue asesinado junto a su esposa, dos hijas (de 15 y 8 años), su hijo de 5 años y sus suegros.

Es lejos en el mapa, pero lo podés hacer cercano a un sentimiento de humanidad.
Las bombas israelíes fueron el final de años de seguimientos y espionaje (premeditación) y llegaron de improviso, sin aviso de guerra o declaración previa (alevosía: “Cautela para asegurar la comisión de un delito contra las personas, sin riesgo para el delincuente”).
Pero no se limitaron a eliminar a un hombre, algo ya penado por las leyes, sino que masacraron de modo absoluta y terminantemente criminal a toda su familia. Suena a Escobar, ¿no?
Ya sé que es inútil y vano pedir justicia desde un país cuya Corte Suprema encarcela sin pruebas o deja por más de 30 años los atentados más grandes de nuestra historia.
En un mundo en que los asesinos gobiernan y las mayorías que los sostienen babean sobre pantallitas inventadas para eso, que no se vean las atrocidades que ejercen sus mandantes. O que sean un efecto especial de esa fábrica de pesadillas con nombre de madera de muérdago.
Incluso que en un país que mira como parte del paisaje urbano a miles de personas durmiendo en la calle, o viviendo en casillas de chapa y plástico al costado de un zanjón, como culpables de su desgracia.
Que el hombre que nos preside aplauda, viaje en apoyo y llore de admiración por los que dan las órdenes para esos asesinatos, es un indicador de los tiempos y de qué esta pasando en la cabeza de las mayorías. No les importa. No se enteraron. No les concierne.
Pero quizás haya algunos jóvenes que esten buscando la melodía y la letra que exprese lo que sienten. Bueno, para ellos: el gobierno israelí esta masacrando a decenas de miles en Gaza y ahora desató un ataque a traición contra otro pueblo, cometiendo homicidios a mansalva.
Eso esta lejos y ni tu voz ni tus manos cuentan mucho, mas allá de difundir, comentar o firmar algun comunicado en solidaridad.
Pero nuestro gobierno, tu gobierno, apoya eso.
Ahora que ya lo sabés, vos sabrás qué hacer.


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