Opinión Política

Miradas. Militar el WhatsApp

*Por Gustavo Zapata, Secretario General de la CTA Regional Morón-Hurlingham-Ituzaingó (Buenos Aires, Argentina)

Una tendencia que llegó desde que inventaron este otro modo (gratis?) de conocer nuestras comunicaciones personales, para que quién- sabe -qué- método informático pueda rastrear nuestras tendencias de consumo e ideología. La pandemia ayudó con el confinamiento, cuando no podíamos contactarnos cuerpo a cuerpo. El zoom y otras herramientas para monitorear on line nuestros movimientos y redes de conocidxs/compañerxs/amistades: información para el desarrollo de ventas y ofertas, biopoder y control social.

Desde lo político, el abandono de las formas tradicionales de hacer política cara a cara, tras la masacre primero y luego los desengaños de una democracia que venía a dar de comer, dar trabajo, vivienda y otros derechos. El menemismo y su alquiler del sello peronista a la clase dominante fueron erosionando el entusiasmo de las y los que desde el voluntariado consciente, pretendían incidir en la esfera pública del Estado, formando partidos y agrupaciones para la transformación social planificada y no para el negociado de sector.

Una consigna liberal (la alternancia) se impuso legalmente y los mandatos de acortaron, metiéndonos de lleno en una carrera en la que todo ejecutivo tiene 2 años para aprender a gobernar (como si hubiese otra escuela) y otros 2 para concretar sus iniciativas. 

Se dejó atrás cualquier consideración sobre qué tiempo hace falta para desarrollar políticas transformadoras estructurales y se impuso una dinámica de liquidación, que no toque ningun pilar fundamental de los dueños de todo.

Ahora hay que rendir pronto y hacer como si se cambia algo para poder ser “competitivo” YA. La carrera por el éxito se emparentó al de los CEOs de empresas, que son despedidos si no logran ganancias rápidas al costo que sea. NO hay proyectos transformadores de fondo de países y sociedades que duren 2 o 4 años.

En este rush de disputas, salir a la calle a convencer/vender YA  es más útil que formar redes de solidaridad y resolución colectiva. Pegar duro con consignas que impacten en lo subconciente, que hagan gracia o desgasten una imagen (con lo que cuesta ser coherente y parecerlo) llenaron la nube de memes, carteles de una semana, falsas noticias que nadie se digna en confirmar.

Lejos de la pantalla quedaron las Unidades Básicas, esos lugares donde se reunen lxs compañerxs para discutir, facilitar el acceso a servicios y resolver problemas de los vecinos, dar clases de apoyo o abiertamente charlas de formación política, repartir lo escaso y organizar campañas, socializar y poner lo colectivo por encima de lo individual. Organizarse: Un sitio que requiere tiempo que se le escamotea a la familia, hacer plata o amigos, para dárselos a lxs compañerxs y una causa común. Del mismo modo que una cooperadora, un club de barrio, una iglesia o una sociedad de fomento, pero compitiendo por cargos en el Estado y desde allí cambiarle la vida a  nuestro pueblo.

Ahora es más fácil (y da más satisfacción al espejo) ser un francotirador capaz de cuestionar  desde el celular a líderes mundiales, que tardaron generaciones en formarse en el arte de la conduccion de continentes. El cualquierismo es norma, y nada queda fuera del fuego graneado del desgaste.

Opinión, burla e insulto son equivalentes. El fundamento teórico, una obviedad innecesaria. La práctica que valida una idea, algo olvidado.

La democratización de la opinión pública se convierte en la facilidad de desestimar desde la comodidad del sillón, lo que otrxs realizan con esfuerzo, sacrificio y tiempo, poniendo cuerpo y honra a disposición de aprendices de linchadorxs. Cuando logran masa crítica se llama tendencia y lo levantan los comunicadores de modas, los paneles de señorxs sentados opinadores seriales en tema de peluquerías y colas de banco.

Cualquier grupo de whatsapp se vuelve la proteina de autoconvocados contra la desgracia de una política construida y consensuada por miles o un logro de décadas de negociaciones e intercambios de criterios de otros millones de comprometidos con esa causa. Lo liviano y efectista como criterio de verdad.

Y con ese criterio votan o se ausentan, votando con los pies, cada dos años. Un producto domesticado del individualismo.

Lxs que velamos por la defensa de las organizaciones de trabajadores sabemos sobre la utilidad y el arma defensiva que significa la comunicación. También conocemos sobre reunirnos para acordar la construcción de sintesis de políticas posibles o deseables, de asambleas y otras formas de construir liderazgos y hacerles conocer en directo las opiniones de los que forman parte de la misma, para que desde esos lugares colectivos poder diseñar las opciones que mejoren la vida a los afiliados y sus familias. De los tiempos de maduración y preparación de camṕañas en el corto, mediano y largo plazo para construir avances.

Decía Trotsky, aquilatando una sabiduría de centurias, que un trabajador no abandona una herramienta hasta hallar otra mejor. Y lo dejo ahi, que tengo que contestar el whatsapp.

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