A pesar de que el presidente de Cuba es Miguel Mario Díaz-Canel Bermúdez, desde el 10 de octubre de 2019, el Secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo, totalmente desactualizado, sigue diciendo que «el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional».
«Con esta medida, volveremos a responsabilizar al Gobierno de Cuba y enviaremos un mensaje claro: el régimen de Castro debe poner fin a su apoyo al terrorismo internacional y la subversión de la justicia estadounidense», anunció el secretario de Estado de los EEUU, Mike Pompeo, en un comunicado.
Con Fidel Castro fallecido el 25 de noviembre de 2016 y con su hermano, Raúl Castro, fuera del Ejecutivo desde el 18 de abril de 2018, cuesta tomar seriamente los dichos de Mike Pompeo, más aun si se toma en cuenta su hipocresía, dados los sucesos de violencia impulsados por el régimen de Donald Trump durante el asalto al Capitolio.
Además, el Gobierno del presidente saliente vuelve a poner a Cuba dentro de su falaz lista de manera unilateral, sin pruebas y a solo nueve días de entregar el poder, lugar de donde el ex presidente Barack Obama había sacado a la isla en 2015, cuando todavía vivía Fidel y gobernaba Raúl Castro, en el marco de una política de acercamiento entre los dos países que Trump desconoció.
Desde que asumió la Presidencia, Trump ha dado marcha atrás gradualmente con todo el acercamiento realizado por el Gobierno de su antecesor con el Estado cubano, un esfuerzo que había representado el primer intento oficial y público de terminar con más de medio siglo de una rivalidad marcada por la Guerra Fría.
A lo largo de sus cuatro años de mandato, Trump volvió a reducir la embajada estadounidense en La Habana a su mínima expresión, impuso de nuevo sanciones y hasta las amplió, y ya en 2019 incluyó a Cuba en su lista de Estados que no cooperan con Estados Unidos en materia de terrorismo, lo que fue leído por muchos como una antesala a la decisión anunciada este lunes.
El retroceso en las relaciones bilaterales fue gradual pero constante, y la inclusión, nuevamente, en la lista reservada a los Estados considerados más peligrosos y que deben ser completamente aislados representa el corolario de este proceso.
Actualmente, Estados Unidos solo tenía en esta «lista negra» (a la que ingresó nuevamente Cuba) a tres países: Irán, Corea del Norte y Siria. Aunque cabe detallar que otra de las últimas medidas internacionales del Gobierno de Trump fue sacar de la lista a Sudán.
La Casa Blanca tomó esa decisión tras negociar un acuerdo entre el Estado sudanés e Israel para que el primero reconociera al segundo, y se sumara a un grupo pequeño pero significativo de países árabes que rompieron el aislamiento regional de Tel Aviv con acuerdos similares, todos promocionados por el Gobierno de Trump.
En los últimos días, la prensa cubana informó que casi 8.000 cubanos solicitaron al futuro Gobierno del demócrata Joe Biden, quien fue vicepresidente de Obama, que reabra los servicios consulares de la Embajada de Estados Unidos en La Habana.
“Son muchas las familias separadas que asumieron otro obstáculo al tener que viajar a un tercer país para realizar sus trámites de visado. No podemos ser víctimas de diferencias políticas entre gobiernos”, pidieron en la petición publicada en la plataforma de la Casa Blanca.


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