Más de 199 años de historia se mudan del antiguo edificio de la avenida Leandro N. Alem al 200, en el bajo porteño, a uno de los barrios sureños de la Ciudad de Buenos Aires. El moderno edificio que recibirá al AGN, ubicado en un predio de la vieja cárcel de Caseros, fue diseñado durante la presidencia de Cristina Fernández de Kirchner.
El 28 de agosto de 1821, el gobernador Martín Rodríguez fundó el Archivo General de la Nación (AGN) y allí preservó 58 mil cajas de documentación, cerca de 1 millón de fotos y 300 mil placas de vidrio, que eran los negativos utilizados en el siglo XIX y a principios del XX para la fotografía.
El director del organismo, Marcos Schiavi, y la directora de Gestión de los Fondos Documentales, Samanta Casareto, durante una entrevista realizada por María Aguirre, de la agencia Télam, aseguraron que es prioridad de su gestión «democratizar» el acceso a los archivos.
El desafío es lograr que las personas, desde cualquier punto del país o del exterior, puedan acceder en forma remota al acervo documental de la Argentina de casi 200 años de la historia institucional del país resguardados en el AGN.
«Son 20 kilómetros lineales de cajas con documentos, sin apilarlas, como un trayecto de Capital a Quilmes», graficó Schiavi y la comparación sumó, entre bromas, otra metáfora para dimensionar la cantidad de material acumulado: los bultos podrían ocupar las bandejas de todo el Estadio Monumental.
Pero más allá de la potencia de esas imágenes, en términos de valor histórico-institucional, «un archivo poderoso te permite tener información más rápido y eso, a su vez, contar con una respuesta más ágil de un Estado presente», reflexionó Schiavi.
Es que la preservación de documentos auténticos «garantiza derechos». La búsqueda de identidad, tramitar una doble ciudadanía, validar el derecho a una jubilación, rastrear las huellas patrimoniales de la tierra, el recorrido de familias que escaparon del nazismo o hallar documentación que avaló actos planificados de terrorismo de Estado son parte de lo que el Archivo pone a disposición de la ciudadanía.
De hecho, Casareto contó que la institución colaboró en muchos juicios por crímenes de lesa humanidad con prueba documental y actualmente colabora con el Museo del Holocausto de Estados Unidos en un trabajo de «recuperación de la memoria de migrantes que escaparon del nazismo».



«Tenemos un fondo documental de papeles migratorios muy interesante sobre las llegadas consulares que registraban a la familia entera», explicó Casareto, quien subrayó que «un mismo escrito te puede contar muchas cosas» de la historia, no sólo de una persona, sino también de una época, de un país y del mundo.
Por todo esto, los archivos son «una herramienta central en la función pública y aportan al fortalecimiento de una gestión», sintetizó Schiavi, que tiene como meta al frente del AGN «visibilizar» el patrimonio resguardado y que «millones de argentinos» puedan utilizar en forma remota esos documentos.
«Alguien que vive en San Luis, La Quiaca o Ushuaia no va a tener que venir a Buenos Aires sólo para saber si lo que busca está en el Archivo, va a tener acceso a un catálogo online», afirmó Schiavi, quien advirtió que los plazos para lograr ese objetivo están atravesados por el coronavirus.
También, cuando las limitaciones que impuso la pandemia lo permitan, el acervo documental, que hoy permanece en la sede histórica del Archivo, en Leandro Alem al 200, será trasladado al nuevo edificio de Parque Patricios por personal del Ejército Argentino, a partir de un convenio sellado esta semana entre el Ministerio del Interior y el de Defensa.




En el predio de lo que fue parte de la vieja cárcel de Caseros, en un moderno edificio construido entre el 2015 y el 2019, los ciudadanos podrán consultar documentos históricos, desde el siglo XVI hasta la actualidad, en 3 soportes en forma simultánea: papel, fotográfico y audiovisual.
La nueva sede, conformada por 10 mil metros cuadrados en Pichincha 2080, tiene como valor central «haber sido construida para funcionar como Archivo», con 6 pisos de depósitos con las condiciones de seguridad, temperatura, humedad e higiene necesarias para el resguardo de documentación.
La idea de «fortalecer el vínculo con la comunidad» no estará sólo atada a la posibilidad de ocupar la sala de consulta, con escritorios y computadoras disponibles para 60 personas, sino a los proyectos culturales que, superado el coronavirus, se organizarán en la plaza que rodea al edificio, algo impracticable en la vieja sede del microcentro porteño, explicó Schiavi.
«Queremos que el Archivo ocupe un lugar importante en un Estado más robusto y más fortalecido y que sea garante de gestión», sintetizó el director y detalló que los legajos personales de toda la administración pública nacional están en guarda permanente del AGN, no se expurgan, que en la jerga archivística significa que no se descartan.



Incluso, aunque está en marcha un proceso de modernización para digitalizar toda esa documentación, nunca será destruirá la versión original -en papel- de esos legajos porque allí está explícito, no sólo el derecho de un trabajador, sino el espíritu de custodia del Archivo.
«Eso tiene un impacto a nivel administrativo muy importante. Estamos hablando de edificios enteros llenos de documentación que, si no se los analiza y se los clasifica, no cumplen ninguna función y el AGN tiene esa tarea y la palabra final a la hora de decidir qué papel se expurga y cual se conserva», reflexionó.
Más de 68 mil fotos de Caras y Caretas
Las 68 mil fotografías digitalizadas de la revista Caras y Caretas y unos ocho mil videos y audios con registros que van desde principios del siglo XIX y hasta el 2011 estarán disponibles online en los próximos días, a través de la página web del Archivo General de la Nación.
Las fotos de la emblemática revista, que se publicó entre 1898 y 1939, forman parte del acervo histórico del AGN y, hasta ahora, algunas de ellas podían ser consultadas en forma presencial en la sede del organismo del centro porteño.

En los próximos días, adelantó Schiavi, todo el archivo fotográfico de Caras y Caretas estará disponible al público en forma virtual. También estarán disponibles alrededor de 8 mil audios y videos, que van desde el cine mudo, el registro de Sucesos Argentinos y de noticieros de todas las épocas.
Además, como una forma de celebrar los 199 años de vida del Archivo, Schiavi firmó un acuerdo con sus pares de las 24 provincias para acordar una «agenda común» y entregarles copias de lo que se llamó «Argentina Secreta», filmaciones de pequeños pueblos de todo el país.
Con un bagaje fílmico frondoso, ya digitalizado en un 80%, y valiosas fotografías de todos los tiempos de la historia argentina, que en un 70% se encuentra en formato digital, el AGN aspira a que ese acervo cultural llegue a cualquier ciudadano y que no sea sólo material de consulta de productoras cinematográficas o de historiadores.
Entre los tesoros del Archivo también hay microfilms con el registro de actos de gobierno, que van desde la década del ’50 hasta comienzos del gobierno de Raúl Alfonsín. Aún hoy, con el avance tecnológico del siglo XXI, ese soporte sigue siendo «más seguro y estable que el digital y que necesita mucho menos mantenimiento».

Por su parte, Casareto explicó que en el formato digital «necesitan tomarse muchos recaudos para consolidar y cuidar esa documentación, para que no se pierda», tal como ocurrió en los últimos años, en los que desapareció lo recopilado en «20 teras (terabytes)».
Lo que se perdió equivale a 300 horas de video y a 3,6 millones de fotografías digitales estándar. «Ese material digitalizado que ya no está significa fondos perdidos, horas de trabajo perdidas y también la imposibilidad de que los usuarios accedan a ese material», expresó Schiavi.
El Archivo resguarda la colección de negativos del fondo Witcomb, el registro de imágenes históricas más antiguo de la Argentina, en proceso de ser digitalizado, pero que demanda un arduo trabajo de identificación que llevará varios años.
Por eso, tanto Schiavi como Casareto plantearon como otro desafío de su gestión establecer «cómo se va a resguardar esa memoria», cómo elegir el mejor dispositivo digital, teniendo en cuenta que en 20 años la tecnología será otra. Algo que ocurre, por ejemplo, con los registros del tan utilizado sistema de VHS, para los cuales hoy se necesita maquinaria específica para digitalizar ese contenido.


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