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Análisis. NEW YORK TIMES INTENSIFICA SU PROPAGANDA SOBRE VENEZUELA ANTES DE LAS ELECCIONES

Un análisis de Misión Verdad, de Venezuela, desnuda las estrategias de fabricación de consensos que publica el famoso matutino neoyorquino, para perjudicar al Gobierno venezolano.

Por Ricardo Vaz

Los venezolanos acudirán a las urnas el 28 de julio para elegir a su presidente para el mandato 2024-2030. El presidente actual, Nicolás Maduro, se enfrenta a nueve aspirantes a un tercer ejercicio.

Durante los últimos 25 años de golpes de Estado y sanciones económicas patrocinados por Estados Unidos, los medios corporativos occidentales siempre han demostrado ser una fuente fiable de propaganda de cambio de régimen para respaldar las políticas de Washington (FAIR.org, 17/12/1825/1/1915/8/1915/4/2011/5/2023/1/23). La cobertura se vuelve un frenesí en torno a las elecciones, ya sea impulsada por la esperanza —equivocada— de que ganen los acólitos de Estados Unidos o por el deseo de deslegitimar las victorias chavistas previstas.

A dos meses, los medios de comunicación occidentales están ocupados elaborando relatos familiares, y a la cabeza de ellos está el New York Times. No muy interesado en su cobertura de Gaza, en el que respalda el genocidio, el diario ha querido promover otro interés clave de la política exterior estadounidense. En un aluvión de artículos recientes, el Times ha dejado constancia de su parcialidad, sus distorsiones y sus mentiras descaradas.

INFORMES MANIPULADOS

En menos de una semana, el New York Times publicó tres artículos sobre las próximas elecciones venezolanas, todos ellos refiriéndose a Maduro como «autoritario» en el titular, en lugar de por su nombre, para que los lectores tomen nota inmediatamente del «malo»:

  • «Conozca al candidato que desafía al presidente autoritario de Venezuela» (6/5/24)
  • «Los concursantes de un reality show compiten por el jingle de campaña de un autoritario» (9/5/24)
  • «¿Pueden las elecciones forzar la salida del poder del líder autoritario de Venezuela?» (11/5/24)

Julie Turkewitz, del diario, iniciaba el tercer artículo afirmando que los venezolanos están votando «por primera vez en más de una década… en unas elecciones presidenciales con un candidato de la oposición que tiene posibilidades —aunque escasas e improbables— de ganar».

Este encuadre refuerza el tropo común de que la victoria de Maduro en mayo de 2018 fue «una farsa» (New York Times11/5/24; Reuters, 17/5/24), «amañada» (New York Times6/5/24), «ni libre ni justa» (BBC, 3/6/24) o «ampliamente considerada fraudulenta» (France24, 12/3/24).

  • El New York Times (6/5/24) a veces parecía pensar que el presidente de Venezuela se llamaba «Autoritario».

El NYT basa su optimismo actual por el candidato opositor venezolano en una industria de encuestas históricamente sesgada y poco fiable (Foto: Spencer Platt / Getty Images)

La mayoría de los medios nunca se molestó en justificar las afirmaciones, pero Turkewitz argumentó que se debía a que las «figuras más populares» de la oposición tenían prohibido presentarse. Lo que no mencionó fue que el más destacado de estos personajes, el político de extrema derecha Leopoldo López, había sido condenado por intentar derrocar violentamente el gobierno electo (Venezuelanalysis, 13/06/1716/02/15). El otro candidato al que presumiblemente se refería el Times, Henrique Capriles —quien perdió las elecciones en 2012 y 2013— fue inhabilitado por mala praxis administrativa mientras ocupaba cargos públicos (Venezuelanalysis, 11/04/17).

La oposición de línea dura, en coordinación con Washington, se aferró a los boicots electorales y a los esfuerzos de insurrección. Al parecer, la administración Trump llegó a amenazar con sancionar al líder de la oposición, Henri Falcón, si no saboteaba los comicios. Juan Guaidó, elegido unos meses más tarde para dirigir un «gobierno interino» autoproclamado y respaldado por Estados Unidos, era perfectamente libre de presentarse a las elecciones presidenciales de 2018.

VICTORIA ASEGURADA

Seis años después, el Times (11/5/2416/5/24) y otros medios del establecimiento (Miami Herald6/5/24; Bloomberg, 17/5/24) parecen entusiasmados con las perspectivas electorales de la oposición de línea dura, diciendo a los lectores que el candidato Edmundo González lidera las encuestas, pero que el gobierno venezolano no aceptará los resultados. De hecho, el historial de los últimos 25 años es que el chavismo siempre ha cedido en las contiendas que ha perdido, mientras que la oposición y sus patrocinadores mediáticos, cuando son derrotados en las urnas, inevitablemente gritan fraude, con cero pruebas (FAIR.org, 27/1/213/12/2120/11/2023/5/18).

Los expertos están basando su optimismo actual por su candidato en una industria de encuestas históricamente sesgada y poco fiable, mientras ignoran las encuestas que predicen una victoria igualmente desigual para Maduro.

El New York Times (11/5/24) también hizo referencia a la «enorme» participación en las primarias de la oposición en octubre, con lo cual sugirien que esto presagia un gran voto contra Maduro en los sufragios generales. Dejando a un lado el hecho de que las cifras de las primarias estuvieron envueltas en la duda, y que la comisión organizadora nunca publicó resultados detallados, la participación reclamada por la oposición fue de 2,3 millones de personas, en un país con una población adulta de 20 millones. En comparación, el Partido Socialista, en el poder, tiene 4 millones de afiliados.

Por último, también hay asombro por el tamaño de las concentraciones de la oposición (AP, 18/5/24New York Times16/5/24). No solo la medición de multitudes es una ciencia muy inexacta, sino que el contexto se borra al ignorar las constantes y masivas movilizaciones progubernamentales que también tienen lugar.

CAMBIO DE OBJETIVOS DEMOCRÁTICOS

Además de aplaudir prematuramente una victoria de la oposición, el periódico de referencia ha estado preparando argumentos para desestimar los resultados en caso de que gane Maduro. El principal se centra en la favorita de Estados Unidos, María Corina Machado, quien se dice que está «impedida por el gobierno» —o por el propio Maduro— para presentarse, una descripción perezosamente deshonesta común a muchos medios corporativos (New York Times11/5/2416/5/24; AP, 18/5/2428/2/24; Bloomberg, 16/3/24Washington Post17/4/24).

  • No fue Maduro quien impidió que María Corina Machado se presentara a las elecciones (Bloomberg, 16/3/24), sino el Tribunal Supremo de Venezuela, que confirmó su prohibición, citando su apoyo a las sanciones estadounidenses, entre otras descalificaciones.

Machado, fanática de la extrema derecha y heredera de la élite venezolana, ha sido durante mucho tiempo una de las favoritas de los medios corporativos (New York Times19/11/05). Siempre se la ha presentado como una defensora de la democracia, a pesar de haber participado en intentos de golpe de Estado, de haber apoyado una invasión extranjera y de haber recibido supuestamente financiación directa de Estados Unidos.

La inhabilitación de Machado es la pistola humeante utilizada para justificar la reimposición de sanciones petroleras por parte de Washington —más sobre esto más adelante—, y para demostrar que Maduro no ha cumplido con los supuestos compromisos de celebrar las «elecciones libres y justas» acordadas con la oposición respaldada por Estados Unidos en Barbados en octubre de 2023. Esto es falso en dos aspectos.

Para empezar, muchas fuentes occidentales mienten descaradamente al afirmar que el Acuerdo de Barbados permitía a Machado presentarse como candidata a la presidencia (Washington Post17/4/24New York Times, 17/4/24; Reuters, 17/4/2412/4/24; CNN, 27/1/24; BBC, 30/1/24). Lo que dice explícitamente el documento es que cualquier persona puede ser candidata, siempre y cuando cumpla con los requisitos establecidos por la ley venezolana y la Constitución para postularse. En el caso de Machado, ella ya estaba cumpliendo una inhabilitación política, y no había nada en el acuerdo que sugiriera que sería levantada.

En segundo lugar, el gobierno venezolano y las delegaciones de la oposición de los Acuerdos de Barbados acordaron un procedimiento para que los candidatos inhabilitados pudieran apelar ante el Tribunal Supremo de Venezuela (Venezuelanalysis, 1/12/23). Se sospecha que Machado —presionada por Estados Unidos— presentó su apelación. Y una apelación, por definición, puede ser rechazada. El Tribunal Supremo señaló acciones corruptas y la puesta en peligro de activos venezolanos en el extranjero para mantener su exclusión (Venezuelanalysis, 27/1/24).

LA «PINZA» DEL MAL PERIODISMO

Cuando el mismo partido controla el Congreso y la Casa Blanca en Estados Unidos, no encontrarás al New York Times (11/5/24) quejándose de que el presidente tiene la legislatura, el ejército y el presupuesto del país «en sus garras».

Aparte de tergiversar el caso de una de las figuras más antidemocráticas de Venezuela, el Times (11/5/24) esgrimió otros argumentos para descartar de antemano una posible victoria de Maduro: en vísperas de la votación del 28 de julio, Maduro, de 61 años, tiene en sus manos el poder legislativo, el ejército, la policía, el sistema judicial, el Consejo Electoral Nacional, el presupuesto del país y gran parte de los medios de comunicación, por no mencionar las violentas bandas paramilitares llamadas colectivos.

Dejando de lado los demonizados colectivos y las falsas ideas que rodean los medios de comunicación venezolanos (FAIR.org, 20/5/19), el resto de la lista es asombrosa. La legislatura fue ganada por el Partido Socialista en las elecciones de 2020, y tiene la prerrogativa de nombrar a los magistrados del Tribunal Supremo y el Consejo Electoral. Presumiblemente, los expertos corporativos nunca escribirían que un presidente estadounidense «tiene el Congreso en sus garras».

Lo peor es la consternación de Turkewitz por el hecho de que Maduro ejerza las responsabilidades constitucionales que corresponden al presidente. El presidente venezolano es el comandante en jefe de las fuerzas armadas y nombra al ministro del Interior que dirige la policía. Y de alguna manera, los taquígrafos de los medios de comunicación esperan que el líder electo de Venezuela comparta el control del presupuesto con los sustitutos elegidos por Estados Unidos.

UNA TERGIVERSACIÓN RECICLADA

Pero el colmo del mal periodismo en el artículo del Times del 11 de mayo fue el siguiente párrafo:

Maduro apenas ha dado muestras de estar dispuesto a abandonar el cargo. Prometió a una gran multitud de seguidores en febrero que ganaría las elecciones «por las buenas o por las malas«.

No está claro por qué el redactor del Times espera que alguien que hace campaña para la reelección «muestre… que está dispuesto a dejar el cargo». Sin embargo, es la segunda frase la que es una absoluta invención. En dicho mítin, Maduro está hablando claramente de derrotar los esfuerzos golpistas liderados por Estados Unidos y la oposición «por las buenas o por las malas» —el modismo español que el Times traduce como: «by hook or by crook»—.

En el video enlazado, subido por un periodista venezolano precisamente para aclarar el contexto de esas palabras, Maduro enumera complots antidemocráticos que se remontan a 2002, y promete que la unidad «cívico militar» del país derrotará cualquier posible intento de golpe «por las buenas o por las malas» o «por cualquier medio necesario», se podría decir. No hay ninguna referencia a las próximas elecciones.

Hace unos meses, Associated Press (AP) (9/2/24) utilizó erróneamente las palabras del presidente venezolano en el mismo sentido. Tras las críticas generalizadas, el servicio de noticias adjuntó una nota al reportaje en español: «Associated Press utilizó indebidamente una cita del presidente Nicolás Maduro como si la hubiera dicho en relación con las próximas elecciones presidenciales». Eso no impidió que el Times cometiera exactamente la misma tergiversación tres meses después.

  • Este artículo de AP en español (9/2/24) se retractó de una tergiversación que el New York Times (11/5/24) repitió tres meses después.

DESHONESTIDAD INTENSIFICADA

Pie de foto Reuters (17/4/24) informó que la Administración Biden estaba volviendo a imponer sanciones a Venezuela «en respuesta al incumplimiento por parte del presidente Nicolás Maduro de sus compromisos electorales». Pero el Acuerdo de Barbados no comprometía al gobierno a permitir que se presentara cualquier candidato, sino solo aquellos que cumplieran los requisitos legales y constitucionales, y pedía a todas las partes «respetar y cumplir la normativa electoral y las decisiones del Consejo Nacional Electoral».

Estados Unidos no solo está impulsando a los candidatos de la oposición en Venezuela; también está utilizando las sanciones económicas para socavar la presidencia de Maduro. Tras el Acuerdo de Barbados en octubre, Estados Unidos acordó permitir transacciones con el sector petrolero venezolano durante seis meses. Pero funcionarios estadounidenses alegaron que el gobierno de Maduro no había cumplido sus compromisos y volvieron a imponer sus sanciones contra la industria petrolera de Venezuela el 18 de abril. Al mismo tiempo, los medios de comunicación corporativos reintrodujeron su encubrimiento y respaldo de las mortales medidas coercitivas (FAIR.org, 13/6/224/6/21).

El Times y Turkewitz (11/5/24) desplegaron algunos de los principales tropos que restan importancia a esas sanciones, escribiendo que «Maduro culpa a las sanciones» de los problemas económicos del país. Esta formulación pone la idea de que las sanciones perjudican la economía venezolana en boca del demonizado Maduro, cuando incluso los funcionarios estadounidenses han dejado constancia de que las sanciones están destinadas a causar dolor económico.

Igualmente, el diario continuó diciendo que «el gobierno ha sido asfixiado» por las sanciones estadounidenses. La implicación es que solo los líderes de Venezuela se ven afectados por las sanciones. Pero, como ha demostrado el Center for Economic and Policy Research (25/4/19), son un «castigo colectivo» que ha causado decenas de miles de muertes al año. Sin embargo, Turkewitz no explicó su impacto económico sobre los venezolanos, que las condenan ampliamente, al igual que la mayor parte de la comunidad internacional.

Una falsedad coordinada difundida por el Times (17/4/2416/5/24) y otros —por ejemplo, Reuters, 17/4/2411/5/24; BBC, 30/1/24) es que las aplastantes sanciones de Estados Unidos contra Venezuela no comenzaron hasta 2019. De hecho, la Administración Trump impuso sanciones financieras contra la industria petrolera a mediados de 2017, que desplomaron la producción. El objetivo de esa ofuscación mediática está lejos de ser sutil: absolver a Washington de la responsabilidad por los problemas económicos de Venezuela, especialmente la caída de la producción de petróleo.

El artículo de Turkewitz afirma sin rodeos que una victoria de Maduro el 28 de julio «intensificará la pobreza» en Venezuela. Da por sentado que la agresión económica estadounidense continuará —sin explicárselo a los lectores— o está convencido de que los adversarios de Washington están predestinados por la naturaleza a arruinar sus economías. De hecho, Venezuela está preparada para un cuarto año consecutivo de crecimiento económico, a pesar del impacto multimillonario de las sanciones estadounidenses. Lo único que parece intensificarse siempre es la propaganda imperialista del New York Times.


Ricardo Vaz es analista político y editor de Venezuelanalysis.

Este artículo fue escrito y publicado originalmente en inglés por la web de FAIR el 12 de junio de 2024, fue traducido para Misión Verdad por Camila Calderón.

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